Pocas películas me conmueven como Big Fish (2003). Es una de esas películas que se merecen el adjetivo de "bonita". Está dirigida por Tim Burton, uno de mis directores favoritos, pero no hay otra película en la filmografía de Burton que se le asemeje. Tiene un poco de su estilo sombrío, sobre todo cuando el personaje de Edward Bloom comienza su aventura en busca del gigante o cuando vemos a la bruja por primera vez, pero la película tiene más de escenas fantásticas, con mucha imaginación, sentido del humor y emoción.
Es una historia sobre la relación de un hijo llamado Will con su padre, llamado Edward. Will solo conoce a su padre por las historias fantásticas que este le ha contado desde que era niño. Al comienzo, las historias fantásticas le parecían divertidas. Sin embargo, después de haberlas escuchado cientos de veces, Will pierde el interés hasta distanciarse de su padre. Will, ahora adulto y a punto de tener un hijo, va a visitar a su padre que está a punto de morir, y aprovecha estos últimos momentos para preguntarle sobre la verdad de su vida y no la versión fantástica que siempre le ha contado.
Como la película muestra el punto de vista de Edward, quien cuenta las historias de su vida haciéndolas parecer increíbles, estas escenas del pasado de Edward son muy imaginativas y a veces sin sentido. El real sentido lo encontramos en la escena final. El final de Big Fish es uno de los finales más bonitos que he visto. No solo la escena es genial como está escrita y filmada, sino la música da Danny Elfman y la canción de Pearl Jam al final contribuyen para hacerla más emotiva.
Big Fish tiene más de 10 años. Muchos ya la deben haber visto, pero si hay alguien que aún no la vio se las recomiendo totalmente. No se van a arrepentir.
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